“DIME ALGO DULCE, CARIÑO” es el título de la instalación artística que realizamos en la XVI Edición de ARTE EN LA TIERRA 2018. Nuestro objetivo era crear un espacio totémico, sensible e interactivo, dónde el espectador pudiera dejar un mensaje de voz al planeta tierra.
Para conseguir este espacio interactivo sensible, creamos seis esculturas. Inspirándonos, en los respiraderos de bodegas naturales de la zona, de esta manera integrábamos en nuestro imaginario, los volúmenes del patrimonio local. Esta decisión, le otorgó un aura de permanencia a la obra, como si ya hubiera estado antes integrada en los paisajes riojanos.
Para desarrollar esta obra efímera en Santa Lucía de Ocón, formamos un equipo compuesto por tres artistas: el escultor Toni Tomás, el alfarero contemporáneo Toño Naharro y la escultora Bibiana Martínez.
Toni Tomás (https://www.facebook.com/tonitomas.escultor/), avalado por su experiencia en obra de gran formato, no solo consiguió construir unas estructuras livianas y a la vez robustas, soldando varillas finas de hierro. Realizó los seis volúmenes con la escala humana y paisajista, adecuada. Humana, propiciando que el espectador tuviera una experiencia íntima y accesible. Humana también, porque le preparó una base para que Toño, se sintiera como en casa y pudiera expresarse con total libertad. Paisajista, porque el conjunto de los dos, nos hizo pensar que esa obra siempre había estado ahí.
Toño Naharro (http://www.alfarerianaharro.es) lo volvió a conseguir, ideó un conjunto de magias, de momentos mágicos alrededor del barro. Hizo posible lo
imposible. Cuál mago, trasladó a Santa Lucía 1000 kg de barro en polvo, recopilando tierras de los cuatro puntos cardinales de La Rioja. Y volvió a crear alrededor del barro esa fiesta de la vida en la que todos queremos participar, todos queremos ayudar y sentir la tierra. Y además él, se expresó en 70 metros lineales de lienzo, a través del barro; con sus trazos, con sus colores y dibujos, con los caracteres que lo definen como el gran alfarero contemporáneo que es. Haciéndonos creer con su impronta, que la obra siempre había estado ahí.
Tres de las esculturas que realizaron entre Toni y Toño fueron los contenedores de la tecnología básica en la que investigué con compañeros del Instituto de Robótica de la Universidad de Valencia, donde trabajo: colocamos en el interior de las esculturas tres grabadoras con sensor de voz, que fueron preparadas para durar el mes que se presentaba la exposición. Al integrar la tecnología dentro de las esculturas, estas pasaron a convertirse en los canales de comunicación con el planeta tierra.
Ahora recopilando los mensajes que dejaron los visitantes a la obra “DIME ALGO DULCE, CARIÑO”, nos emocionamos y pensamos que de alguna manera se cierra el círculo de esperanza, cariño y amor a la tierra.
La experimentación entre barro y diferentes tecnologías, me impulsó a presentar este proyecto artístico, que no hubiéramos podido realizar sin la ayuda de TODO el mundo, en especial de los imprescindibles: Loles y Floren.